miércoles, 21 de noviembre de 2012

Musicbox


El neón en los nombres de la perdición.
Vamos destruyéndonos noche adentro, la urbe nos vende a precio de saldo.
Elijo la canción más eléctrica,  quiero ser el  frío. 
Mi animal nocturno recorre  las arterias  donde pude ser feliz,
muerde la carne muerta del pasado,  olisquea las vidas ajenas,  sus basuras.
Deslumbrada la belleza, vamos resolviéndonos en el caos.  
El alcohol se derrama por las constelaciones del dolor, me vuelvo sucia,
los cuerpos se insinúan como objetos, ya no tiemblo.  
Que hoy te irías con cualquiera sólo por descifrar el amanecer
es algo que ya todos sabemos: somos tan putas como tú.
Es el mismo terror que hay en los timbres,  en los buzones, en tu nuca.
La misma coartada contra una soledad que interroga impasible,
la misma visita a la eternidad del orgasmo.
Bajo los párpados van pudriéndose los sueños: es la dolencia de nuestra era.
Cualquier excusa nos vale para silenciarnos, somos los carniceros del deseo.
La noche nos soporta entre destellos y caídas, oye la traición de las palabras.
Nos diríamos cualquier cosa con tal de olvidar los abismos.
Viola en mí la inocencia, arruinemos la arquitectura del silencio:
la noche encierra toda miseria y la posibilidad de salir vivos de ésta.



domingo, 18 de noviembre de 2012

Nightcall


 

La noche se arma de luces y sombras.

Cae suave la feminidad de la lluvia y empapa nuestras ausencias.

La ropa en el suelo es un síntoma de la soledad que vencimos

apenas un momento, apenas el universo comprimiéndose en el dormitorio.

Este día ingrato lleno de imágenes que sangran,

que inciden en el dolor de vivir cuando la vida castiga

y caen las bombas, los deshaucios, los golpes del poder.

Nuestro asco común y nuestro miedo.

Hablamos de la gente que pese a todo se levanta.

La revolución es todavía una larva bajo tierra pero al mirar sus ojos

vuelan pájaros de fuego arrasándo el estático paisaje de mi terror.

Pese a todo la belleza sigue poniéndonos en pie.

La noche aborrece de pronto todo vocabulario.

Estoy cansada de esta fiesta de espejismos

donde no existe piedad para quién busca respuestas.

Somos lo osbceno de las horas, el paso lento hacia la muerte.

Nuestras prendas caen, símbolos del hambre.

El ácido de la madrugada sobre nuestros labios.

No estoy menos triste, no eres menos infeliz

y el mundo sigue siendo una cicatriz incurable.

Duermo bajo tu sombra y estamos hartos.

Hemos besado los infiernos del mañana.

Somos la extraña conducta del necesitado,

oscuro refugio de la desnudez sin preguntas.

Me abraza porque siguen acribillando inocentes,

me aprieta contra la visión del cuerpo inerte,

nombra el día con su angustiada voz.

Subo a su sexo para contradecirme en guadañas y flores,

busco la excusa de mi vida, una paz que me deje sin memoria.

Abro mi herida sobre sus labios y todo sucede de repente:

me convierte en la fracción de tiempo necesaria

para verme fuera de mí misma.


Amor, no significamos nada excepto ruina.
 
 
 
 

 


jueves, 15 de noviembre de 2012

Infancia I

La contención de unas paredes.
Me gustaba esconderme en cualquier sitio.
Me gustaba todavía más que nadie me buscara.
Los grandes hallazgos de la niñez.
Las piernas apretándose, apretándose fuerte y ni una sola evasiva.
Nada que preguntarse. No se nombraba el placer como tal.
Me revolvía. Trepaba Dios por mis rodillas.
Dios era bueno, pensaba. Dios quiere esto, él es quien nos lo otorga.
Mi faldita de tablas esparcida como una flor gris sobre la alfombra.
Ah, el sacrilegio de los años me haría sucia y no el espasmo,
no el grito ahogado, no los miembros desvencijados.
El cinismo de los demás.
Yo era un pequeño astro brillante en la lóbrega noche del hogar.
Yo vivía fuera del dolor.
Papá bebía. Mamá lloraba.
Nadie hacía preguntas.





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miércoles, 7 de noviembre de 2012

Cosa de otros.

Para vivir en el viento, tú,
mi pequeña órbita de silencios y tempestades.

Y esta lluvia desafinada en las calles,
mi falta de rutas, de precisión,
esta sobriedad.

Arañar el corazón de los hombres, sucio oficio,
y levantar todas las excusas del mundo
para no soltarse,  para no renunciar a lo escrito.

Guardar la munición sólo por si acaso
y disfrazar de ternura estos miedos.

Cómo negarle a los labios el beso libre del cambio,
cómo resistirse a esta obscenidad de la noche.

Siempre temo al amanecer, dulce dolor.

Amar es cosa de otros y tú,
pájaro de la memoria,
tiemblas siempre  entre  mis manos.