martes, 14 de mayo de 2013

Oscura estrella

 
 
Sobre los hombros la madrugada se desquicia en sus minutos
llenos de caballos negros que sudan el nombre prohibido.
Sangra el ruido, el murmullo que me afila.
Con los ojos pervertidos me mira la distancia de las cosas,
pero aqui en mi oscura estrella sólo le abro a tus mordiscos.
Están tan cerca como ese pálpito de vida
que se asoma por tu piel a medias y eso me eleva,
me lleva en brazos la extraña ternura que enterré sin percibirla.
Entre tus dientes está la carne impropia, este miedo a todo.
Si se me llevan tus aves azules no podré soportarlo,
y por eso estoy lamiéndote a través de un cristal frío como la noche.
La noche en que abrimos los cuerpos y soltamos la espuma,
la breve noche en el corazón de una ciudad angosta y cínica.
Bajo mis pies clama el infierno que ofreces tú
a través de tu aguja brillante,
 
de tu rara ingravidez.
 
 
 
 
 
 
 
 

miércoles, 8 de mayo de 2013

Es cosa mía.


 

 

“Si alguien tiene un destino, entonces es un hombre.

Si a alguien se le impone un destino, entonces es una mujer”.

Elfriede Jelinek

 

Acribillada por los versos afilados del ausente,

me abrí en la herida del futuro.

Siempre contra la pared buscando flores en sus grietas

y tuvieron que venir a decirme que tendría miedo, hambre, peces muertos en las manos.

Debí tener los ojos vacíos y la boca llena de quinceañeras,

debí ser la pureza y la ingravidez, posiblemente una estatua en un jardín sin nadie.

¡Pobre de mí que beso con candados y abrazo con fusiles

y ruego que no me dejen sola, que no me dejen sola en esta multitud!

Esta es la concordancia que esperaban los obtusos,

ellos, que tienen su destino entre las manos.

A mí me viene impuesta la elección tantas veces que desvirtúo mis deseos,

transito por un camino que nunca construí y desconozco el rumbo:

soy esa pesada carga, soy el peso del cielo.

Pero de vez en cuando miro a través de los ojos del pájaro

y algo grita en mí, me atrevo con todo, prendo fuego a mis papeles.

Puedo ser yo misma en el dolor de no ser nadie,

puedo decidir equivocarme, besar esa pared, elegir la soledad como destino.

Y si muero, es cosa mía.

Deben ser mis manos las que escriban esta historia,

este verso oscuro que es la vida.