lunes, 21 de octubre de 2013

Era eso.


“Baila conmigo en esta noche,
salta,
grita,
y abraza,
sé latido
de vida y amor lento, muy lento,
vívelo
casi todo
en esta noche”.
Manu Cáncer.


Se disuelve el miedo en los labios nuevos del mañana.
Partículas de tiempo, polvo ancestral, la belleza del éxodo.

Viajamos por los cuerpos, por las mentes, sendas de luz y de tiniebla.

Nos alejamos,
nos dejamos morir,
 volvemos a las puertas del sueño.

Estamos llenos de amor cuando de pronto comprendemos,
cuando recuperamos esa fracción perdida que hay en nosotros;
la que nos hace libres contra los muros que alguna vez creamos.

            Todo está en mí y desde mí se vuelven pequeños, insignificantes los vallados.

Se resuelven las preguntas y un destello alumbra mi tristeza
extinguiendo lo inservible, lo que no existe en realidad.

La vida era eso.
Saber marcharse y volver siempre a lo que has sido.
Entregarse siempre y perdonarse por la entrega. Pedir perdón. Llamar al amor.
Y que respondan. Que respondan. 







miércoles, 2 de octubre de 2013

Todo se comprende.

 
“Si no fueses tan puta!
Y si yo supiese, hace ya tiempo,
que tú eres fuerte cuando yo soy débil
y que eres débil cuando me enfurezco..”
Jaime Gil de Biedma.
 
 
El silencio, la cama desordenada,
la mañana abriéndose de cuajo en unos ojos que conocen el dolor.
Besarse en el vacío de las  horas más tardías,
buscarse en los supuestos y ser más animales que cualquiera.
Ellas paren hijos, ellos miran a otras hembras.
A veces se dedican al amor, a saldar sus cuentas,
a ceñir espacios infinitos en la forma de sus cuerpos.
Y en medio de todo esto estamos nosotros,
donde una soledad extraña recoge los fragmentos
de ti y de mí, de lo que pudimos ser alguna vez.
Si estamos tristes y nos alejamos,
si buscamos fechas en el cuerpo que nos abre,
si pasan los años y tú vas cerrando la puerta, no temas.
Todo se comprende.
Todo se deja morir de tanta, tanta vida.
Y siendo el mismo interrogante ambos, quietos en el margen,
nos dejamos partir el corazón por cualquiera,
creemos merecer esta suerte torcida
de que nos quieran poco y a destiempo.
Amor, nunca estamos para nadie y yo me veo en ti cerrando puertas,
respirando en las palabras, sucia belleza de ese olvido
que nunca llega sin embargo.