Me pregunto por las sombras
incrustadas para siempre en los aleros
donde las aves se refugian de la inmensidad.
Por las calles amarillas que separan
dos cuerpos obstinados con el odio.
Me pregunto por el ártico
que crece silencioso en el tiempo
y congela mis palabras, mis raíces.
Por los continentes que sueño,
por las especies marinas
que resplandecen hermosas
en un mar negro y desconocido.
Por las chicas muertas,
por las sociedades dormidas,
me pregunto para qué vinimos,
hijos todos de casualidades
y de instantes precisos.
Me pregunto todo desde los párpados
hasta la gravedad,
de la separación de la luna
a la evaporación terrible del tiempo.
Todo: tu caos, mis escudos,
nuestros orígenes, la distancia.
Todo, como incógnitas universales
ardiendo en la negrura del pensamiento.
Como animales salvajes que corren libres
siempre, siempre hacia ninguna parte.