Hablas del desayuno. Apenas te miro. Bebo.
Tienes los ojos azules, ¿quizá verdes? Son felinos.
La cara de un gato incauto me mira entre las luces rojas.
Eres tú. Me das de beber.
Extraes milésimas de tiempo, dispones los labios, no
preguntas.
Todo está girando en su dolor, me centrifugo contigo
que no sé quién eres.
Encuentro el mar entre caricias, pequeñas islas de nombre
antiguo.
Gemimos un pasado reciente. Caigo en la misma esquina,
en la espesura verde de tus ojos de fuego.
La madrugada acecha en tu urgencia, hay un alijo de besos
fieros,
no sabemos muy bien qué hacer con tantas prendas.
Dentro de este abrazo enterramos las palabras
que no van a servirnos de nada;
pero eso ya lo sabíamos.
Te clavas en mí y no se me cae el cielo encima:
lo sostengo con las puntas de mis dedos.
Hay un hombre que me mira desde ti,
alguien que desarma
todo el miedo, uno que no tiene la culpa.
La ciudad se ha vuelto bosque de tu mano pálida.
Yo no sé. No sé. Hemos bebido.
No me acuerdo de quién eres. No te vuelvo a ver.
Echas la cabeza para atrás y veo las estrellas en tus
ojos.
Estrella verdes en tus ojos.
La alquimia extraña del olvido.
Contigo adentro he cerrado otro capítulo. No sé como. No
sé.
Desde entonces siento que estoy
hecha de pájaros.
http://www.youtube.com/watch?v=Ai95Nxu-_nU
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