El viejo tose un piso más abajo
mientras la noche se pudre fermentando añoranzas
el lado vacío del lecho parece una llanura de versos
un paisaje nevado de exilios, un pequeño cementerio
He soñado con niñas que lloran
porque no saben dibujarle sonrisas al sol
y un grupo de ballenas perdidas ha llegado a mi ventana
para cantar su dolor extraño y denso
Todo ha sucedido de pronto
el vino picado, la carta de la muerte
mis rodillas maltrechas anclándose al silencio
Y detrás de esa puerta por la que salen los hombres
esperan las sabandijas tristes del amor
Qué dirán ahora, me pregunto
si se ha llevado el éter, si ha deshecho todos los nudos
y tendré que construir futuros con espinas
y habré de llamarme hambre y seguir
Qué responderé cuando nadie llame
y sólo entren tus sombras por mis ojos
Un tren fantasma cruza el techo del insomnio
perpetuando las ganas de escapar
mientras la noche gime y se aparea
demasiado cerca de nosotros.
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