Barro. Restos de la noche. Prendas que han caído sin querer.
Propósitos que enterré en secreto. Nombres clavados en mí. Todo cuanto pude
decirle al mundo se condensó en la rabia. Y la rabia en mi paisaje blanco
acuchilló el vacío. Transforma mi dolor el tiempo y no puedo deshacer esta
nostalgia que me da otros ojos que no son míos, que son los de un animal herido que está solo y que asume su
terror callado. Sangre. El ruego al otro lado de la ventana. Máquinas tristes
mueven el mundo. Escribo con violencia. Todo se ha ido.
Foto de Ryan McGinley
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