La palabra. El cuchillo que nos
abre. El signo ancestral que tampoco dice quiénes somos sin embargo. Las
mujeres cuelgan de los árboles. Yo soy una cueva. Me están hablando las
montañas, me reclama el viento y estos días los tambores suenan siempre por
encima de la lógica. Soy aquello que me concierne. El futuro tiene que dejar
atrás el hambre. El hombre. La sangrienta creencia que nos sepulta y nos aleja.
Yo soy el círculo. Viene hasta mí aquello que está solo y desnudo, aquello que
es cierto. Caigo. Algo está ocurriendo. Nunca retrocedo ante mis propios
precipicios.
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