martes, 24 de junio de 2014
Refúgiate en el vuelo de las aves. Acaricia los helechos, avista
pueblos blancos desde una cumbre, enciende un fuego en la noche. Pero sobre
todo no evoques demasiado. Mira hacia adelante. Conviértete en el río, en las
briznas que levanta el viento, sé el silencio descalzo y la lluvia inesperada. Desperézate
en la estepa, grita. No te desalientes cuando una ausencia se pegue a tu
espalda ni cuando la mochila parezca llevar tan sólo sombras. Sobre todo no te
des a la quietud, no te entregues. Sigue aunque te duela. No seas parte de la
vida. Sé la vida entera.
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