La luz biliosa de las calles,
uniforme como un mal que extiende sus aguas,
invade la noche temprana; la noche y su grito.
Yo parezco un silencio.
Parezco una ausencia cuando camino sin rumbo,
cuando regreso a cualquier lugar viciado,
esperando encontrar, qué se yo, azar y desconcierto.
Como si detrás de una esquina amaneciera
un futuro soñado,
como si las flores brotaran de golpe
de las alcantarillas,
como si alguien estuviera esperándome
detrás de cada excusa.
Pero una letanía arcaica y nauseabunda
me aparta de todo lo que es para otros, pienso.
Y pienso a menudo que la ciudad me estrangula
y que convertimos el tiempo en un arma
para herirnos, para hacernos daño a nosotros mismos.
Cuál es el propósito.
Dónde responderá el amor.
Cuándo callará el enemigo, me pregunto.
Yo parezco un silencio,
una pequeña partícula en esta urbe tan triste
que encierra dentro de su oscuro corazón
todas mis palabras.
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