Los timbres pasan hambre hora tras hora.
Lo advierto: es el rumor del caos acercándose.
Todo se llena de nombres propios y ajenos,
todo emana un olor viejo, todo parece un escondite.
En la soledad hay ojos que te observan,
reclamándote la noche y su acertijo,
hay un animal tendido cerca
que lame sus heridas muy despacio.
Viene el mar a las habitaciones rotas,
va llegando el futuro pestilente, lleno de llagas,
nada se puede hacer:
En el dolor hierve la ciudad entera,
con sus vacíos inconmensurables,
sus segundas personas.
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