domingo, 25 de mayo de 2014

How empty everything is



La sonrisa cínica de la ciudad,
sus ojos llenos de noche,
el neón de la palabra saldo,
una esquina donde nadie espera.
Qué vacío rompe en la siguiente calle,
cuando ya las sombras
lamen de mis manos restos de esperanza
y yo deambulo.
Busco árboles siniestros,
busco ausencia de estrellas,
me golpea un alarido de viento.
Qué dulce besa la negrura
cuando a solas nos dejamos.
Qué armonía hay en la tristeza suave del recuerdo.
Y entonces
todas las avenidas me acercan al verso,
los autobuses pasan cerca del estallido
y en todos los edificios
habita la luz ajena del limbo.
Qué vacío está todo en el conjunto,
qué soledad nos reconstruye por dentro
cuando poco nos falta estar locos,
o para ser felices. 


sábado, 17 de mayo de 2014

Eros

Tus ojos. Breves, urgentes.
Luz de mis ojos, una ausencia de miedo.
Madrugadas que se rompen
en la ciudad azul, en los campos de maíz
con los que sueñas sobre mi vientre.
La lumbre en tus manos
con la que enciendes mis rincones.
Tu voz, tu voz. El deseo habla desde ti.
Eros tiembla en mi boca,
Eros está entre tus dedos.
Tus ojos se afilan, me rindo.
Dentro de mí un vertido de estrellas,
un paisaje incierto, dos abismos.
Nada tiene sentido, todo nos deslumbra.
La rotación de los cuerpos,
los dioses asombrándose
a mi espasmo dulce.
Qué haré con esta estela de silencio,
camino por el que viaja la sed.
Qué haré ahora contigo insertado
entre la noche y mi pecho…


martes, 13 de mayo de 2014

Doble fondo

Sobrevivir a la lluvia en primavera es cuestión de que un verso te asalte en la siguiente esquina.  De que el plomizo manto  de nubes te desnude por dentro o de caer sobre los sauces que brillan por encima del polvo de la avenida. A veces un nombre nos descubre ensimismados en el rocío de la superficie. A veces sólo somos un rescate para el otro, doble fondo en la promesa de abarcarnos.

martes, 6 de mayo de 2014

Allí, tan lejos



Atravieso el acero del dolor.
La tarde palidece henchida de ausencias,
grita el techo donde lanzo los ojos
para no cruzarme más conmigo misma.
La inmensidad me hace pequeña, me vulnera.
Tu voz afilada abre brechas por mi cuerpo,
todo deja de girar, todo cede ante tu frío.
La vida apretada entre los dientes,
el amor sin piel, sin refugio, en esas calles.
Tú alejándote de todo y yo contándole a la sangre
cientos de porqués que desconozco.
Desesperan los teléfonos, los buzones, el silencio.
Carreteras que no sé si apaciguarán tu prisa,
abrazos de emergencia deslucidos y mi lágrima,
mi lágrima que es sal de la tuya,
mi lágrima a resultas de este verso negro.
Me interno en esa bruma,
la ciudad parece morirse
lentamente debajo de mi lengua.
Cuelga en mis arterias letras tuyas,
pon tu rabia, tus terrores en mi espalda,
pero no te vayas allí, tan lejos,
donde puedas olvidarme.