lunes, 13 de agosto de 2012


He aquí, en la fosa de las certezas,
mis manos cerradas desconociendo razones.

Ya no siendo sino estando.

Simplemente estoy aquí como podría estar ayer
en la sorpresa de un timbrazo,
en la fiesta de otros cuerpos
o en el mar aciago de la soledad tragándome.

Todo relativizado bajo estos éxodos que me dejan
una sensación extraña y líquida.
A veces todo se derrumba alrededor
bajo los fuegos violentos de nuestras verdades.

Somos papel mojado, agua entre los dedos.

Nada perdura tanto como el propio recuerdo
y nada es tan cierto como para merecer ser contado.

Todo lo que amamos nos es extraño a veces
y los dogmas se diluyen poco a poco en este paisaje
de castillos viniéndose abajo.

Tú en el derrumbe preguntándote quién eres.
Tú, en lo caído, por fin eres algo más que el mismo eco,
más que tu propio credo, más que toda tu soberbia.

Todo lo demás son huellas en la nieve.

1 comentario:

Abraham dijo...

A veces el alrededor se derrumba.
Y lo que queda
es lo que merece ser contado.

Pero sólo a veces.