miércoles, 8 de mayo de 2013

Es cosa mía.


 

 

“Si alguien tiene un destino, entonces es un hombre.

Si a alguien se le impone un destino, entonces es una mujer”.

Elfriede Jelinek

 

Acribillada por los versos afilados del ausente,

me abrí en la herida del futuro.

Siempre contra la pared buscando flores en sus grietas

y tuvieron que venir a decirme que tendría miedo, hambre, peces muertos en las manos.

Debí tener los ojos vacíos y la boca llena de quinceañeras,

debí ser la pureza y la ingravidez, posiblemente una estatua en un jardín sin nadie.

¡Pobre de mí que beso con candados y abrazo con fusiles

y ruego que no me dejen sola, que no me dejen sola en esta multitud!

Esta es la concordancia que esperaban los obtusos,

ellos, que tienen su destino entre las manos.

A mí me viene impuesta la elección tantas veces que desvirtúo mis deseos,

transito por un camino que nunca construí y desconozco el rumbo:

soy esa pesada carga, soy el peso del cielo.

Pero de vez en cuando miro a través de los ojos del pájaro

y algo grita en mí, me atrevo con todo, prendo fuego a mis papeles.

Puedo ser yo misma en el dolor de no ser nadie,

puedo decidir equivocarme, besar esa pared, elegir la soledad como destino.

Y si muero, es cosa mía.

Deben ser mis manos las que escriban esta historia,

este verso oscuro que es la vida.








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