martes, 14 de mayo de 2013

Oscura estrella

 
 
Sobre los hombros la madrugada se desquicia en sus minutos
llenos de caballos negros que sudan el nombre prohibido.
Sangra el ruido, el murmullo que me afila.
Con los ojos pervertidos me mira la distancia de las cosas,
pero aqui en mi oscura estrella sólo le abro a tus mordiscos.
Están tan cerca como ese pálpito de vida
que se asoma por tu piel a medias y eso me eleva,
me lleva en brazos la extraña ternura que enterré sin percibirla.
Entre tus dientes está la carne impropia, este miedo a todo.
Si se me llevan tus aves azules no podré soportarlo,
y por eso estoy lamiéndote a través de un cristal frío como la noche.
La noche en que abrimos los cuerpos y soltamos la espuma,
la breve noche en el corazón de una ciudad angosta y cínica.
Bajo mis pies clama el infierno que ofreces tú
a través de tu aguja brillante,
 
de tu rara ingravidez.
 
 
 
 
 
 
 
 

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