domingo, 2 de septiembre de 2012
Ya quedan las tardes y aquella nostalgia
conocida nostalgia con sus cuerdas y su color púrpura,
amiga nuestra, madre del verso que nace de un tropiezo,
la fiesta donde vamos a morir de tanta muerte.
Pareciera que tu sonrisa iba a salvarme
y por lo menos sigue sosteniéndome contigo.
Dónde quedarán las cosas que tuvimos que vivir,
es la gran pregunta y es la misma trampa
que hoy me haría besar tu espalda, meterme en tí
como adentrándome en el silencio del océano.
Queda todavía ese azulado tormento y el oxígeno
que respiro del recuerdo que te envuelve.
Y aquellas tardes y la calle donde sé de tu paso
y esta misma nostalgia sin odio, sin desprecio,
sin que haya que perdonarse esta flaqueza.
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