jueves, 27 de septiembre de 2012

Tratado de Octubre


Me he despojado de todo encuentro,
sobre mi hombro se posa el pájaro del silencio
y a veces, sólo a veces, la carcajada del delirio,
viene a perforar los huesos a mi hastío.
Orietta Lozano.

Debe ser la lluvia volviéndonos locos
o el recuerdo de las ventanas donde besé pájaros metálicos.

El afilado canto de este lapso ya no asusta ni impide mi camino:
me estoy arrojando a los sumideros de un corazón crepuscular.

Deben ser los árboles y los clavicordios del otoño.
Mis piernas ya sólo corren detrás de los autobuses rojos que se marchan.

Para el amor  ya no basta con la espera ni el enredo,
hay mujeres cubiertas de plumas y de niebla hablando del delirio
y todo puede ser real asomándome a sus páginas de viento.

Es la oscuridad de los brazos ajenos el manto que cubre mi desnudo.
Quiero aprender de esta carne y estos huesos, del temblor y la conciencia,
debo ser la patria donde firman con latidos estos salmos y el futuro.

Duelen y oscilan las rutas de la sangre a su llamada:
el amor ya bajo las uñas como un despojo del silencio.












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