domingo, 18 de noviembre de 2012

Nightcall


 

La noche se arma de luces y sombras.

Cae suave la feminidad de la lluvia y empapa nuestras ausencias.

La ropa en el suelo es un síntoma de la soledad que vencimos

apenas un momento, apenas el universo comprimiéndose en el dormitorio.

Este día ingrato lleno de imágenes que sangran,

que inciden en el dolor de vivir cuando la vida castiga

y caen las bombas, los deshaucios, los golpes del poder.

Nuestro asco común y nuestro miedo.

Hablamos de la gente que pese a todo se levanta.

La revolución es todavía una larva bajo tierra pero al mirar sus ojos

vuelan pájaros de fuego arrasándo el estático paisaje de mi terror.

Pese a todo la belleza sigue poniéndonos en pie.

La noche aborrece de pronto todo vocabulario.

Estoy cansada de esta fiesta de espejismos

donde no existe piedad para quién busca respuestas.

Somos lo osbceno de las horas, el paso lento hacia la muerte.

Nuestras prendas caen, símbolos del hambre.

El ácido de la madrugada sobre nuestros labios.

No estoy menos triste, no eres menos infeliz

y el mundo sigue siendo una cicatriz incurable.

Duermo bajo tu sombra y estamos hartos.

Hemos besado los infiernos del mañana.

Somos la extraña conducta del necesitado,

oscuro refugio de la desnudez sin preguntas.

Me abraza porque siguen acribillando inocentes,

me aprieta contra la visión del cuerpo inerte,

nombra el día con su angustiada voz.

Subo a su sexo para contradecirme en guadañas y flores,

busco la excusa de mi vida, una paz que me deje sin memoria.

Abro mi herida sobre sus labios y todo sucede de repente:

me convierte en la fracción de tiempo necesaria

para verme fuera de mí misma.


Amor, no significamos nada excepto ruina.
 
 
 
 

 


1 comentario:

AngelaLebowsky dijo...

Maravilloso, además imaginaba por el título que al final estaría este tema, que me encanta tb.