Abre la ciudad su mano sobre mí.
Todo cuanto acontece tiene un brillo extraño,
un deje vetusto, un sabor a tierra húmeda.
A mi lado, la que fui se retuerce
muy al sur de este cuerpo nuevo y límpido.
De la boca del infierno brotan ahora
flores siniestramente desnudas.
Todo es insondable
pero voy urgente hacia el placer,
única señal de vida y de muerte.
Voy moviéndome por esos páramos
donde el amor se grita a voces
mientras el tiempo calla sus traiciones.
Sólo puedo respirar este silencio
mientras todo se va alejando.
Acabo con el miedo en la siguiente calle,
y no quiero tragarme esta mentira.
Todo es inescrutable,
toda yo soy gratitud.
Avanzo en la mañana
Desprendida de las manos de los hombres.
Me asesina la belleza de esta incógnita:
sólo somos la materia del momento.
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