domingo, 29 de julio de 2012

Me gusta la tele encendida

y el mute puesto

y poblarme de palabras desordenadas:

noctiluca, voluble, genital

horizontal, fluosforescencia, cuerda.

También la verdad desfigurando mis manos.

Hebras de cabellos libres en una brisa inesperada.

Hembras por amar.

La ventana muy abierta.

Me gusta también pensar en el desastre

generalizado de mi pequeña existencia:

pasos torcidos, relojes en hora,

los labios sucios de la noche acobardándome.

Y saber que algún día seré nada

diluyéndome en vidas que apenas conmemoren

mi trayectoria fugaz por su tiempo.

No me importa en absoluto,

porque en el fondo me gusta ese vacío,

esa falta de palabras, de amor, de proyecciones.

De esta nada soy la socia, la otra parte.

Me gusta saberme única

en mis propias mentiras. 





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