martes, 30 de octubre de 2012

¿Sobre qué cumbre seré alondra en tus manos?

Vive entre mis labios un viento fiero que limpiaría esta prudencia.

Mis brazos son la pretensión del cuerpo ajeno y distante,
siendo la voz ahogada las cenizas de tu nombre.

¿Cuándo, en qué momento me sabrás cercana?
¿Soy acaso esa frontera que levantas, eres  acaso tú
algo más que esta pregunta inoportuna en la madrugada?

Este cuerpo cambia sus vértices y sus caminos,
se hace visible entre las brumas del pasado.

Besarte no me sabe a futuro y en esta rareza se torna bello el mundo. 
Arderán todas las preguntas en otro tiempo y en otros cuerpos.

¿Podría la infinitud abarcarte y perpetuar tu paso?
¿Podría acaso yo despojar me de tantas causas perdidas?

Cierra para siempre mis labios con la cordura
y todo quedará en un susurro lejano y frío.

Aleteo entre las sombras del poema porque aún puedo desnudarme,
aún puedo descifrar lentamente cada pieza de silencio,
aún me queda esta cornisa donde ser alondra,  sueño, viento.

Todo es exilio más allá de lo que hemos callado.

Yo lo escribo para no olvidar lo que deseo.



























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